martes, 14 de mayo de 2013

Ser o no ser: he ahí el dilema


¿Es usted honesto? Apuesto a que pocas veces  ha pensado en la respuesta para esa pregunta; me refiero a honesto de verdad, en todos los aspectos de su vida. ¿Está seguro de que a diario obedece a ese  imaginario doble suyo vestido de ángel parado al lado de su oreja? Seguramente está pensando qué responder, que no ponga en evidencia ese desliz deshonesto que probablemente cometió ayer cuando se coló en la fila del banco; o el otro día que a escondidas y, mirando para los lados, se comió dos o tres uvas que no pagó en el supermercado.  Piense otra vez.

Ahí están, sentados uno al lado del otro hablando de la honestidad porque, como en pocas cosas de la vida, en el periodismo no hay medias tintas; no hay medios escritores, medios productores, medios reporteros, medios corresponsales y menos,  periodistas medios honestos. Los tres panelistas expertos (Ana Angulo, Albertina Navas y Dimitri Barreto) intentan comparar la historia de Stephen Glass ‘el fabulador en serie’, con el diario proceder de un periodista.  Ana, defensora del lector, golpea sus manos estiradas y de lado en la mesa cada vez que responde una pregunta. “En la vida y en el periodismo se es honesto o no”, dice intentando hacer entender a los futuros periodistas que no hay detalle que se pueda falsificar en una historia.




Albertina Navas, profesora de periodismo digital, secunda la idea diciendo que un alumno deshonesto es un futuro periodista mediocre y mira uno a uno a sus estudiantes, como diciéndoles: “ni se les vaya a ocurrir mentirme”. Y los otros asienten  interesados, porque saben muy en el fondo que alguna vez se les ha ocurrido inventar un nombre, un lugar o una frase (algunos lo han hecho, otros no). Para su desgracia y como lo dice Dimitri Barreto, no hay historia perfecta.


La historia perfecta demanda ojeras monumentales, dolores de pies que solo sanan metiéndolos en agua hirviendo y sobre todo encuentros con gente de todos los colores, olores y sabores. Nada más que trabajo puede dar una historia perfecta, si esto ocurre diariamente en su redacción (si es editor, reportero, dueño e incluso conserje), dude como siempre porque tiene dos opciones: o sus periodistas son muy muy muy buenos y sacrificados; o han aprendido a mentirle viéndole directo hacia los ojos. Y al resto del mundo.


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