Con tan solo 25 años Stephen Glass alcanzó el éxito en la élite del periodismo político estadounidense logrando llegar a millones de personas que seguían sus historias en el The New Republic. Una a una eran esperadas con ansias por los asiduos lectores. Cada una causando mayor impacto que la anterior, llevando a Glass a la cima.
Pero como dice el refrán, lo que rápido viene, rápido se va
y primero cae el mentiroso que el ladrón. Y fue justo lo que le pasó a Glass.
En mayo de 1998 fue despedido dela redacción de The New Republic, tras
ser descubierto por el periodista de la competencia, Adam Penenberg.
Las sospechas comenzaron cuando el personal de la edición
digital de la revista Forbes, empezó a investigar el artículo más
reciente de Glass, “Hack Heaven”, que relataba la fantástica historia de
un adolescente de 15 años que logró hackear el sistema de seguridad de
los fabricantes de software Jukt Micronics y estos en lugar de denunciarlo lo
contrataron.
Penenberg comprobó que la empresa carecía de página Web, que
no figuraba en la Asociación de Fabricantes de Software y no había pagado
impuestos en el estado de California. Además de innumerables detalles de la
historia que tampoco pudo comprobar. Por
lo que llegó a la conclusión de que nunca
existió Jukt Micronics y la historia era una completa mentira. Esto fue un éxito
para el periodismo digital, pues era la primera vez que un medio digital, que tan
solo llevaba un año en funcionamiento, había investigado y revelado un
escándalo de tales dimensiones, poniendo en evidencia a un medio impreso de
gran prestigio.
Stephen Glass intentó justificar sus mentiras con la
creación de unas nuevas. Pero esto solo lo hundió más. La maraña de mentiras e
inventos pronto salió a la luz con la publicación del reportaje “Lies, damnlies and fiction” escrito por
Penenberg, en el cual ponía al descubierto a Glass, afirmando que tras la corroboración de sus
historias se encontró que al menos 21 de las 47 que elaboró para el prestigioso medio, fueron
fabricadas parcial o totalmente.
En este caso de fraude periodístico, el papel de la
competencia fue crucial para exigir la buena práctica de esta profesión, apegada a
la objetividad y veracidad de los hechos y fuentes. Pues si bien The New Republic falló en
sus filtros, Forbes se encargó de hacer el papel de defensor del lector
y velar por el derecho que tenemos todos a conocer la verdad y gozar de un periodismo
de calidad.
Notas relacionadas:
¿Quién es Stephen Glass?
Enlaces de interés:
ShatteredGlass (2003)
El fabulador
TheNew Republic and Stephen Glass
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