Por: Sabrina López H.
La edad no importa. Cuando a ella le pasó tenía ya 33 años.
Esto no es cosa solo de niños o adolescentes; cualquiera es vulnerable.
Cualquier persona que tenga una cuenta de Facebook, Twitter o incluso un simple
mail (nada sofisticado). Sé que no acostumbro a ponerme seria pero este caso lo
amerita. En el ciberacoso no hay chiste. No le hablo del típico comentario que
le ponen a un pobre incauto cuando deja su cuenta abierta en una computadora,
celular, Tablet y demás chucherías tecnológicas. No. Este asunto va más allá.
Según datos del INEC, en el Ecuador, el 70 % de los usuarios
jóvenes de internet lo utilizan para hacer amigos y mantenerse en contacto con
la gente por medio de las redes sociales. Ahí está, esos siete de cada
diez guambritos pueden ser víctima de
ciberacoso. “Aunque existen formas de evitarlo, esto es como los anticonceptivos:
nunca se está 100% seguro”, así lo afirma Daniela Rivadeneira, psicóloga
especializada en casos de depresión por acoso.
Marilyn, la protagonista de esta historia, nunca hablo ni
recibió ningún mensaje de su acosador. Nunca sospechó siquiera que alguien podía
tomar información de su Facebook y estropearle (por no decir joderle) la vida.
Pero así fue. Todo empezó cuando ella, muy ingenua, dejó que sus amigos
cuelguen fotos suyas en la playa, así en bikini, con un cuerpazo bronceado y
relajadísima; ¿Qué podía pasar? Uno que otro comentario, uno que otro me gusta
y hasta ahí.
Para no hacerles largo el cuento, resulta que de pronto su
novio empezó a recibir correos con imágenes en las que la chica aparecía
totalmente desnuda teniendo relaciones sexuales con uno, dos, e incluso tres
acompañantes. Eso puede sonarles normal a unos o no tanto a otros pero el caso
es que ella nunca estuvo presente en esos encuentros cercanos de tercer tipo. Y
como dije antes, la vida se le… destruyó.